miércoles, 10 de octubre de 2007
I
Se reunió en asamblea el hombre con sus dientes,
examinó su angustia, extrajo
el corazón del pecho: ¡nunca! –dijo-
jamás la violencia.
Apareció un niño de pronto –alzó la mano-
lloró, pidió pan, rompió el discurso.
Reventó el orador, huyó la masa,
el mapa apareció como hormiguero enloquecido.
-Jamás la violencia- dijeron en la huída.
Llovió el invierno a mares plagas y hambre.
Se extendió la miseria como gas venenoso.
Se organizó el socorro en procesiones
para exhibir bondades del más puro teatro.
Los muertos se apilaban.
Pero nunca, jamás, más violencia.
La próxima representación: ¿Cuándo?...
II
...Y se cumplió el presagio:
un teatro dantesco sobrevino...
Rosario de discursos
y camisas planchadas,
y un duro y nuevo invierno
lloviendo hambre y plagas.
Y los niños muriendo,
sin preguntarse nada,
aceptando silencios
de barrigas hinchadas
por caviares y vinos,
ganados con resacas.
Y en nuestras reflexiones
impotencia en el alma,
esperando algún grito que diga:
¡Basta ya, por Dios, basta!
Alicia García Gómez
0 comentarios:
Publicar un comentario