miércoles, 8 de octubre de 2008
Maldita enfermedad, nadie la cura,
ni teniendo las manos primorosas
no existe medicina que estas cosas
los hombres no mejoran su postura.
Al enfermo lo tratan con ternura
porque quieren ofrecerle de las rosas,
el perfume de las noches amorosas
se trunca con la cándida dulzura.
Yo no quiero ni hablar de lo incurable,
ni tampoco ponerle mal semblante
al que tiene un recuerdo inolvidable.
Le propongo que siga deambulante
buscando la ilusión de ser afable,
que le abra el sendero deslumbrante
Autor: J.G.Alvarado “Susano”
Dedicada a mi mujer Flores Pérez
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